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se llevó el agua y la dejó en su sitio. Juan
permaneció un momento de aquel modo, y luego,
tímidamente, dijo:
-íMamá!
-Qué?
-No me da agua también a mí?
-íCreía que no tenías sed!
-íPerdón, mamá!
-íAsí está bien! -Fue por el agua y sonriendo
se la dio.
En otra ocasión, Juan se había dejado llevar
por cierto ímpetu o impaciencia propia de su edad
y de su temperamento fogoso. Margarita le llamó.
Corrió el niño.
-Juan, ves aquella vara? -y le señalaba la vara
apoyada contra la pared en el rincón de la
habitación.
-Sí, la veo -respondió el niño, echándose hacia
atrás, avergonzado.
-Tómala y tráemela.
-Qué quiere hacer con ella?
-Tráemela y lo verás.
Juan fue a buscar la vara y se la entregó
diciendo:
-íAh, usted la quiere para medirme las
espaldas!
-Y por qué no, si tú me haces estas travesuras?
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-íMamá, no las volveré a hacer! -Y el hijo
sonreía ante la sonrisa inalterable de su buena
madre. Aquello era suficiente para andar atento
otra vez. Pero Juan habría aceptado el castigo,
aunque su madre, conforme con su obediencia y
docilidad, no le hubiera perdonado. Margarita
aseguraba que Juan nunca le había causado ningún
disgusto y que, si por inadvertencia estaba a
punto de cometer alguna falta pequeña, bastaba
advertírselo para que desistiese en seguida.
Prometía y sabía mantener sus promesas.
José, aunque dotado de índole afectuosa y
apacible, cuando era todavía niño, a veces se
enfadaba, se encaprichaba y se mostraba reacio a
ciertas órdenes. Su mamá le tomaba por la mano,
mientras él se tiraba por el suelo, pataleaba y
gritaba; pero la madre, sin perder la firmeza, la
alegría y la paciencia, aguantaba: -Mira, es
inútil, le decía; no te dejaré marchar aunque
tenga que estar aquí todo el día. Te toca a ti
ceder.-Y si José continuaba con su manía, ella le
hacía este razonamiento: -No ves que soy más
fuerte que tú? Puedes estar seguro de que no me
vencerás y piensa que, si te portas mal, el Señor
te agarrará para llevarte a su tribunal y te
castigará; y entonces, cómo escaparás de El?-José,
al ver que todo esfuerzo era inútil se calmaba,
alzaba los ojos hacia el rostro de su
madre,(**Es1.64**))
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