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la ley de Dios, enseñada todas las noches con el
catecismo y recordada frecuentemente a lo largo
del día, era el medio seguro para que sus hijos se
hicieran obedientes a los mandatos de su madre.
Por eso, ella repetía preguntas y respuestas,
tantas veces cuantas fuera preciso, para que sus
hijos las aprendieran de memoria.
Siendo como era mujer de gran fe, tenía siempre
a Dios en su
pensamiento y en sus labios. De mente despejada y
palabra fácil,sabía servirse en toda ocasión del
santo nombre de Dios para adueñarse del corazón de
sus hijos. Dios te ve: era la palabra con que les
recordaba que siempre se encontraban bajo la
mirada del Dios grande, que un día los habría de
juzgar. Si les permitía ir a entretenerse por los
prados vecinos, les decía al despedirlos:
-Acordaos de que Dios os ve. Si alguna vez los
veía pensativos y temía que en su ánimo ocultasen
pequeños rencores, les susurraba al oído:
-Acordaos de que Dios os ve y ve también vuestros
pensamientos, aun los más secretos. Si al hacer a
alguno una pregunta, sospechaba que pudiera
excusarse con una mentira, antes de que
respondiese, le recalcaba:
-Acuérdate de que Dios te ve. Sin saberlo
repetía a sus hijos las palabras que Dios había
dicho a Abrahán: <>. 1 Como también el recuerdo que
Tobías daba a su hijo:
-Todos los días de tu vida ten a Dios ((**It1.45**)) en tu
mente, y guárdate de consentir jamás en el pecado
y de quebrantar los preceptos del Señor
nuestro Dios.-Esta gran verdad es la que mueve a
responder, con José, al tentador: -Cómo puedo yo
hacer ese mal y pecar contra mi Dios?
Con los espectáculos de la naturaleza Margarita
despertaba continuamente en ellos la memoria de su
Creador. En las hermosas noches estrelladas,
salían fuera de casa, señalaba al cielo y les
decía: -Dios es quien ha creado el mundo y ha
colocado allí arriba las estrellas. Si el
firmamento es tan hermoso, cómo será el paraíso?
-En la primavera, a la vista de una linda campiña
o de un prado cubierto de flores, al despuntar la
aurora serena o ante el espectáculo de un ocaso
rosáceo, exclamaba: -íQué cosas más bellas ha
hecho el Señor para nosotros! -Si se levantaba una
tempestad y, al retumbar de los truenos, los niños
se agrupaban a su alrededor, les hacía notar:
-íQué poderoso es el Señor! Quién podrá
resistirle? íTengamos cuidado de no cometer
pecados! -Cuando una fuerte granizada echaba a
perder las cosechas, al ir con sus hijos a
observar los daños, les decía: -El Señor nos lo
había dado, el Señor nos lo ha
1 Gn., XVII, 1.(**Es1.54**))
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