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cementerio, acompañado del dolor y las oraciones
de toda la población. Cuanto hemos dicho de
Francisco lo supierondon Miguel Rúa y otros, de
labios de mamá Margarita.
De este día de luto hablaba con frecuencia don
Juan Bosco a sus
pequeños amigos, los alumnos del Oratorio de San
Francisco de Sales, para inculcarles el respeto,
la obediencia y el amor a sus padres. En los
primeros tiempos, cuando no eran tan variadas sus
múltiples ocupaciones y la salud le acompañaba, al
anochecer se presentaba en el patio durante el
recreo y, al instante, centenares de jovencitos
corrían a su alrededor: él se sentaba y los
entretenía con relatos edificantes. A menudo les
contaba anécdotas de su niñez. Entonces, más de
uno le decía: -Cuéntenos la muerte de su pobre
papá. - Y don Bosco les decía: -<((**It1.36**)) hijo
mío, insistió la madre, ven conmigo: ítú ya no
tienes padre! - Y dicho esto, rompió en llanto, me
tomó de la mano y me llevó a otro sitio, mientras
yo lloraba porque ella lloraba. En aquella edad,
yo no podía comprender la gran desgracia de perder
al padre. Pero nunca olvidé aquellas palabras:
-íYa no tienes padre!- También me acuerdo de lo
que hicieron entonces en casa con mi hermano
Antonio, que desvariaba por el dolor. Desde aquel
día hasta la edad de cuatro o cinco años no me
acuerdo de ninguna otra cosa. Y desde esta edad en
adelante, recuerdo todo lo que hacía>>.(**Es1.45**))
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