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y la infalibilidad de sus enseñanzas impartidas ex
cáthedra. El padre Lanteri comunicó su espíritu a
la congregación de los Oblatos de María, a la que
señaló como fin predicar ejercicios espirituales
al pueblo, estudiar y combatir los errores
corrientes, entregarse a la perfección del clero
joven, y defender y sostener firmemente al Romano
Pontífice. Su regla no tenía nada de austero ni de
exterioridad monacal, inculcando en cambio la
perfección y el fervor de las órdenes más
estimadas y más útiles de la Iglesia de Dios.
Parece que la divina Providencia, al poner en
íntimo contacto a don Bosco con los Oblatos de la
Virgen María, iba completando el misterioso
trabajo de preparación empezado en Morialdo, a la
par que hacía brillar en su mente la idea de la
Pía Sociedad, que con programa más vasto y mayor
diversidad de fines, debía abarcar en sí los
diversos estados en los que le había ejercitado de
niño y de joven. El padre Lanteri era el modelo de
un fundador de Congregación religiosa, ajeno a
toda pasión política, como lo requería el bien de
los tiempos que se iban preparando; y en el
Instituto de los Oblatos le presentaba la forma
más conveniente para la asociación que quería que
fundara y esparcir por toda la tierra, sin aspecto
ni prácticas externas que dieran pretexto de
aversión a los enemigos de las órdenes religiosas.
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