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mismo curso y de su mismo talante con los que
procuraba entretenerse y animarse mutuamente en el
camino empezado.
>>Solícito como el que más en los deberes
estudiantiles, los amaba y hacía cuanto podía para
sacar provecho de ellos; empleaba cuidadosamente
el tiempo establecido, no entreteniéndose con más
libros que los de clase; tomaba parte con gusto en
los círculos o ejercicios científicos de su
((**It1.506**)) clase,
y los animaba con su aportación; en las
discusiones, era digno de alabanza por el amor y
deseo vehemente que manifestaba de la verdad, y
aún más por la discreta y respetuosa moderación
que observaba en defenderla.
>>Le gustaba estar en los recreos con alguno
que le explicara y le ayudara en materias de
clase. Cuando alguien proponía un tema
indiferente, él se conformaba oyendo conversar a
los demás; pero, si se proponían temas de estudio
o de piedad, enseguida se le veía tomar parte
alegremente.
>>En la sala de estudio no se le veía nunca
desocupado (pues no sabía en absoluto lo que era
el ocio). Colocado en postura recogida y
concentrado en una intensa aplicación, no se
ocupaba más que de sí mismo, de modo que si alguno
estorbaba charlando o con otras ligerezas, parecía
que él ni se daba cuenta, ni levantaba los ojos
para ver qué pasaba; su aversión a entregarse a
cosas inútiles, la costumbre de estar recogido y
la observancia en los tiempos prescritos creo que
le ayudaron mucho, como pudo verse, a facilitarle
sus notables progresos.
>>Su interés por la piedad fue todavía mayor.
Llegó a ser verdaderamente ejemplar. No puedo
exponer más que lo que todos vieron; pero el que
conoció la rectitud de este seminarista y su
constancia en el bien, podrá fácilmente calcular
cuántos otros y mejores actos ocultos habría en
sus virtudes interiores.
>>Por eso nunca sucedió que se encaminara a las
prácticas religiosas o atendiera a ellas con aire
de indiferencia o por la fuerza de la costumbre;
al contrario, era admirable ver la satisfacción y
deseo que mostraba en su rostro. Apenas comenzaba
una función sagrada o uno de los ejercicios de
costumbre, por ((**It1.507**)) ejemplo
las oraciones o la meditación, o solamente con
poner los pies en la capilla, enseguida disponía
todos sus sentidos a una santa atención. Por esta
devota compostura todos se daban buena cuenta de
cómo participaba su corazón y qué grande era el
espíritu de fe que le animaba. Estuvieran o no
presentes los superiores, el piadoso proceder de
Burzio era siempre el mismo, porque bien se puede
decir de él que ambulabat coram Deo.
(**Es1.403**))
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