((**Es1.400**)
año a Moncucco para hacer una jira campestre, y
quería que nosotros considerásemos su Oratorio
como si fuera nuestra casa, siempre que íbamos a
Turín por algún asunto. Cuantas veces nos
encontrábamos, me recomendaba la oración, la
frecuencia de los Sacramentos, la devoción a María
Santísima, amar a Dios y al prójimo y ser fiel en
la práctica de los deberes del buen cristiano>>.
Su ahijado Juan Moglia recibió también muestras de
su gratitud. Ya mayorcito, fue a estudiar al
Oratorio, donde estuvo tres años y don Bosco quiso
que comiera siempre con él. Y más tarde, al hacer
la división de la herencia paterna, tocóle a Juan
la viña donde se encontraba la vid que ató su
venerado padrino cuando era muchacho, la cual
después de sesenta y un años estaba todavía con
vida y daba fruto, mientras las demás cepas habían
sido ya renovadas; y aunque un año el criado se
descuidó de sulfatarla, siguió dando más fruto que
las demás. Como demostrara en 1886 deseos de comer
de aquella uva, Juan le llevó un cestillo con
algunos racimos. Así nos lo afirmaba el mismo Juan
Moglia.
Durante aquel otoño Juan conoció al estudiante
Joaquín Rho de Peccetto, que fue más tarde
distinguido profesor de literatura y delegado
provincial de enseñanza en Turín. En 1889 escribía
así a don Piccollo, que le había enviado desde
Sicilia su oración fúnebre sobre don Bosco: <((**It1.502**)). Y fue
precisamente en la casa parroquial de Castelnuovo
donde yo conocí a don Bosco hacia 1840, juntamente
con don Febraro, después párroco de Orbassano, a
don Allora y a otros, con los cuales mantuve
siempre trato de sincera amistad>>. Bendito sea el
recuerdo de este buen párroco, que pasó feliz sus
días en medio de la querida pequeña familia de los
seminaristas por él formados.
(**Es1.400**))
<Anterior: 1. 399><Siguiente: 1. 401>