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((**Es1.399**) al fin hubo que decir: -íHa muerto! -Cuarenta y ocho horas después pusiéronla en el ataúd y la condujeron a la iglesia parroquial. Se cantó el funeral, el cortejo fúnebre se encaminó al cementerio. Ya cerca del cancel, uno de los que llevaban la caja mortuoria dijo al párroco: -íParece que la difunta da golpes en la caja! -Cuando usted esté muerto no podrá tomarse esa diversión, le respondió el párroco. Todos se echaron a reír, creyendo que era una ilusión. Se puso el ataúd en medio de la capilla de San Roque y se entonaron las últimas exequias. Salió la gente del cementerio. Al acercar el sepulturero la caja junto a la fosa, también él oyó unos golpes bien marcados en el interior. Aterrorizado, toma un hierro para hacer saltar la tapa; pero, de pronto, se detiene ((**It1.500**)) recordando en mala hora: que está prohibido abrir un féretro, sin permiso de las autoridades. Va corriendo al pueblo, avisa al alcalde, llama éste al médico y se dirigen a toda prisa al cementerio. Descubierta la caja, el médico encontró que la mujer estaba todavía caliente. Le tomó el pulso y notó que latía; hízole un corte en una vena y salió sangre en abundancia. Entonces la hizo llevar enseguida al pueblo; pero la pobrecita no volvió más en sí y murió a las pocas horas, Juan, que había acudido, fue testigo del hecho, y concluía al narrarlo diciendo que verdaderamente en este mundo <> 1. También en estas vacaciones estuvo Juan con los Moglia. Fue en compañía de Giacomelli; allí cenaron, durmieron y fueron tratados con gran cordialidad. Don Bosco mantuvo siempre óptimas relaciones con esta querida familia, a cuyo jefe profesaba estima, afecto y confianza. Cuando éste iba alguna vez a Turín a visitarlo, Juan le recibía con grandes muestras de alegría. La señora Dorotea estaba tan persuadida de que el corazón agradecido de don Bosco rezaría eficazmente por ella, que aún en las mayores necesidades se encomendaba a él. Nos contaba Jorge Moglia: <((**It1.501 **)) Y en los primeros tiempos de Oratorio, cuando los muchachos recogidos en él eran sólo veinticinco, los llevaba cada 1 Prov., XIV, 13. (**Es1.399**))
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