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de fuerzas y expresó su temor de no volver a
recuperar la salud. Juan le dijo: -Anímese y esté
alegre; usted llegará a los noventa años. - La
enferma, en efecto, curó y puso toda su confianza
en la promesa de Juan Bosco; de modo que, cuando
algunas veces se vio acometida por enfermedades
aún graves, no quiso nunca tomar los remedios
prescritos por el médico, diciendo: -Don Bosco me
aseguró que viviré hasta los noventa años.
-Sobrevivió al mismo don Bosco, todos los días se
encomendaba a él, segura de que la atendería desde
el cielo, y murió a los noventa y un años con el
retrato del hombre de Dios, a quien ella había
hecho tantos beneficios, sobre el pecho.
Era un gran consuelo, para los bienhechores de
Juan, el pensamiento de que ayudándole, cooperan a
los designios de Dios; pero era mucho mayor la
satisfacción de estar seguros de que Juan
correspondía con un afecto imperecedero. Entre
estos bienhechores no era el último en darse
cuenta de ese afecto el teólogo Cinzano; pues Juan
no dejaba pasar ocasión para mostrar su amor
filial a su párroco ((**It1.486**)) que le
quería con predilección y le prodigaba paternales
cuidados. Le escribía con frecuencia desde Chieri
cartas afectuosísimas, y no dejaba de expresarle
sus augurios en las ocasiones más importantes del
año. Don Cinzano conservaba cuidadosamente todas
estas cartas que Juan le envió siendo estudiante,
seminarista y sacerdote. Al morir el buen
sacerdote en 1870, el que revisó su archivo, por
las prisas e inadvertencia echó también al fuego
esta correspondencia con otros papeles inútiles:
ya demasiado tarde se lamentó de que muchos de los
papeles quemados llevaban la firma de Juan Bosco.
Sólo nos queda una poesía por él escrita este año,
con ocasión del día onomástico de su párroco.
Tanto ésta, como las demás composiciones poéticas
suyas hechas para varias circunstancias, no son
despreciables; aunque rompa la rima al final de
las estrofas y algunos versos hagan pensar en un
hombre que tiene prisa para no perder el tiempo
preciosísimo, se ve en ellas un gran corazón que
quiere mostrar su afecto y estima a sus
bienhechores y amigos1.
En el día onomástico
del Ilustrísimo y Muy
Reverendo Señor
teólogo Antonio Cinzano
Cura Párroco de
Castelnuovo.
1 Como es natural, la traducción literal de los
versos carece del encanto original. (N. del T.)
(**Es1.388**))
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