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Este pueblo, falto de todas las comodidades
necesarias para la vida humana, es parecido al de
Capriglio. Aquí vivo como si ((**It1.484**))
estuviera en plena soledad, la cual por otra
parte, ha sido siempre mi Raquel. No estoy todavía
en mi centro, y si el Señor me concede la gracia
de prolongarme la vida un poco más, quiero dar un
generoso puntapié al mundo y sepultarme vivo en un
convento. Cuando llegue el tiempo de venir a
verme, acordaos de traerme los tres pequeños
volúmenes de la sagrada Biblia. Hacedme el favor
de devolver al señor José Scaglia y a su
queridísima familia, de quienes las circunstancias
o mejor dicho, la divina Providencia, me han
alejado demasiado, los saludos que de su parte me
mandáis. Mariana sigue bien según su costumbre,
sicut in quantum; os saluda conmigo cordialmente.
Cuidad vuestra salud y creedme siempre.
Vuestro buen amigo
JOSE
LACQUA, presbítero
El buen sacerdote manifiesta a Juan en esta
carta su deseo de hacerse religioso; lo que hace
pensar que Juan aprendiera de él el desprecio,
tantas veces manifestado de las riquezas mundanas,
y que tal vez también recibiera del mismo cuando
era un chiquillo, la primera idea de consagrase a
Dios en una congregación. Deducimos también de
esta carta que Juan continuaba sus estudios de la
Biblia, de la cual acumulaba en su memoria tesoros
inmensos que le ayudaron admirablemente en su
benéfica misión.
Faltaban todavía algunos meses para terminar el
curso escolar, cuando un día llegó al seminario el
joven Jorge Moglia, enviado por su padre para
invitar a Juan a ser padrino del último hijo
recién nacido. Sería madrina la misma hija de
Moglia, la cual no quería aceptar ((**It1.485**)) porque
tenía vergüenza de aparecer en la iglesia junto a
un eclesiástico; y sólo cedía ante el imperioso
mandato del padre. Juan fue allá; pero al llegar a
la parroquia y saber por el señor Moglia que la
madrina sería su propia hija, Juan respondió: -No
hace falta; he traído yo la madrina de Chieri. -
Entonces puedo decir a mi hija que se retire? dijo
Moglia. -íSí, dígaselo! - Y la hija, que había ido
de mala gana, se retiró. -Y entonces, quién hará
de madrina?, insistió Moglia. - La Virgen y la
Iglesia, dijo Juan: ellos bastan.
Y al recién nacido se le impuso el nombre de
Juan.
Después del bautismo y de una pequeña
refección, el seminarista Bosco, antes de
marcharse de la granja Moglia, subió a visitar a
la señora Dorotea para saludarla. Se lamentó ella
porque se sentía agotada
(**Es1.387**))
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