((**Es1.379**)
ruido iba acercándose, cada vez más espantoso. Ya
se le siente junto al dormitorio. Se abre la
puerta, ella sola, con violencia. Sigue más fuerte
el fragor sin que nada se vea, salvo una lucecita
de varios colores que parece el regulador del
sonido. De repente se hace silencio. Brilla la luz
vivamente, y se oye con toda claridad la voz de
Comollo, más débil que cuando vivía, que, por tres
veces consecutivas, dice: -íBosco! íBosco! íBosco!
íMe ha salvado! ((**It1.473**)).
>>En aquel momento el dormitorio se iluminó
más, se oyó de nuevo con mucha más violencia el
rumor que había cesado, como un trueno que
hundiera la casa, pero cesó enseguida y todo quedó
a oscuras. Los compañeros, saltando de la cama,
huyeron sin saber adónde; algunos se refugiaron en
un rincón del dormitorio; otros se apretaron
alrededor del prefecto del dormitorio, don José
Fiorito, de Rívoli; y así pasaron el resto de la
noche, esperando ansiosamente la luz del día.
Todos habían oído el rumor. Algunos percibieron la
voz, sin entender lo que decía. Se preguntaban
unos a otros qué significaban aquel rumor y
aquella voz, y yo, sentado en mi cama les decía
que se tranquilizaran, asegurándoles que había
oído claramente las palabras: -Me he salvado. -
También algunos las habían oído, como yo, resonar
sobre mi cabeza de modo que por mucho tiempo, se
repitieron por el seminario.
>>Yo sufrí mucho; fue tal el terror que sentí,
que hubiese preferido morir en aquellos momentos.
Es la primera vez que recuerdo haber tenido miedo.
Por todo ello contraje una enfermedad, que me
llevó al borde del sepulcro; quedó tan mal parada
mi salud, que no la recuperé hasta muchos años
después.
>>Dios es onmipotente, Dios es misericordioso.
Generalmente no atiende estos pactos; pero a veces
en su infinita misericordia permite que se
cumplan, como en el caso expuesto. No seré yo
quien dé nunca a otros consejo semejante. Cuando
se trata de poner en relación las cosas naturales
con las sobrenaturales, la pobre humanidad sufre
grandemente, en especial cuando son cosas no
necesarias para nuestra eterna salvación. Ya
estamos bastante ciertos de la existencia del
alma, sin tener que buscar otras pruebas. Bástenos
lo que nuestro señor Jesucristo nos ha revelado>>.
((**It1.474**)).
En 1884 don Bosco hacía imprimir la biografía
de Comollo: vivían todavía algunos testigos de
esta aparición; es más, los superiores del
seminario y los compañeros que fueron testigos
oculares habían leído y revisado las pruebas de
imprenta de la primera edición, en la cual se
mencionaba el hecho. Don José Fiorito lo narró
muchas veces a los superiores del Oratorio. El
suceso trascendió fuera
(**Es1.379**))
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