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((**Es1.370**) ministros del santuario, pues vino a predicar los ejercicios espirituales al seminario. Entró en la sacristía con rostro alegre y palabras de chanza, pero adornadas de pensamientos morales. Al observar su preparación y acción de gracias antes y después de la misa, y su porte y fervor al celebrarla, advertí enseguida que se trataba de un digno sacerdote como, en efecto, lo era el teólogo Juan Borel de Turín. Cuando comenzó sus sermones se admiró la sencillez, la vivacidad, la claridad y el fuego de su caridad, que se traducía en sus palabras; todos iban repitiendo que era un santo. En efecto todos lo buscaban para confesarse con él, tratar sobre la vocación y tener algún recuerdo suyo. También yo quise ir a él con los asuntos de mi alma. Como le pidiera algún medio seguro para conservar el espíritu de la vocación durante el curso y especialmente durante las vacaciones, me dijo estas memorables palabras: -Con el recogimiento y la frecuente comunión se perfecciona y se conserva la vocación y se forma un verdadero eclesiástico. -Los ejercicios espirituales del teólogo Borel hicieron época en el seminario. Varios años después, aún se repetían las máximas espirituales que él había formulado en público o en privado>>. Por la mañana del veinticinco de marzo, día de la Anunciación del Señor, se dirigía Juan a la capilla cuando se encontró por los corredores a Comollo, que lo estaba esperando para decirle que todo estaba acabado para él. Juan se quedó muy sorprendido, puesto que el día anterior habían paseado juntos mucho tiempo y lo ((**It1.461**)) había dejado en perfecta salud. Comollo, con voz conmovida, añadió: -Me siento mal y me infunde terror tener que presentarme al tremendo juicio de Dios. -Juan le animó a no angustiarse de aquel modo; que ciertamente eran cosas muy serias, pero lejanas todavía para él y que aún tenía mucho tiempo para prepararse. Dicho esto entraron en la iglesia. Comollo asistió a la santa misa; al terminar sintió que sus fuerzas le venían a menos y hubo, en consecuencia, de meterse en cama. En aquel momento, atestigua don Giacomelli, Juan anunció a los compañeros que Comollo moriría de aquella enfermedad. <(**Es1.370**))
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