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en su conducta. Veía en él más atención de la
acostumbrada en las oraciones y ejercicios de
piedad y especialmente mayor frecuencia de la
santa Comunión. A veces le oía exclamar: -íAh!
íquién pudiera oír decir al Señor en el momento de
partir de este mundo aquellas consoladoras
palabras <>, ven,
siervo bueno y fiel! -Su meditación ordinaria era
sobre el infierno, para concebir mayor horror al
pecado. ((**It1.459**)) Pero
dejemos la pluma a don Bosco: <>Fue precisamente este año cuando yo le
arranqué el secreto de cómo hacía para rezar sin
distracción. -Quieres saber, me decía, cómo me
pongo para rezar? Es una representación imaginaria
del todo material que te va a hacer reír. Cierro
los ojos y con el pensamiento penetro en una gran
sala, cuyo techo está sostenido por innumerables
columnas, y adornada con arte extraordinario; al
fondo de la misma destaca un trono majestuoso,
sobre el cual me imagino sentado a Dios con toda
su infinita majestad; tras él se sitúan los
infinitos coros de los bienaventurados. Esta
representación material me sirve maravillosamente
para elevar mi pensamiento a la infinita Majestad
de Dios, delante del cual me postro y con todo el
respeto que me es posible empiezo mi oración->>.
((**It1.460**)).
Durante la cuaresma (1839) hicieron los
seminaristas de Chieri los santos ejercicios
espirituales. Juan los hizo con sentimientos de la
más viva devoción. <(**Es1.369**))
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