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Entretanto el clérigo Bosco terminaba el
segundo año de filosofía enriquecido con nuevos
conocimientos, con el afecto de sus compañeros y
de ((**It1.413**)) muchos
amigos con quienes contaba en la ciudad. Una carta
de un tal Brosio a don Bonetti narra lo siguiente:
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Durante este año sucedieron dos hechos
consoladores para Juan. En el mes de abril
monseñor Fransoni recorría y visitaba las
parroquias de Chieri y Castelnuovo. Es de suponer
que don Cinzano, al darle cuenta de su clero, le
hablara también del seminarista Juan Bosco. El
arzobispo pasó después a las parroquias de Gassino
y de Casalborgone; y de vuelta a Turín para las
sagradas ordenaciones cayó gravemente enfermo.
Mejorado en breve, se retiraba a Chieri para
recuperar la salud perdida en la tranquilidad de
sus hermosas colinas. Se hospedó en casa de un
distinguido eclesiástico de Chieri. Necesitaba
descanso después de las ((**It1.414**))
continuas ocupaciones en que se movía, y los
muchos disgustos que le proporcionaba la necesaria
oposición que se veía obligado a sostener contra
los excesos cesaristas de la corte. Parecía que
los hombres colocados al frente de la
administración del gobierno, buscaban todos los
medios para suscitar disidencias entre la Iglesia
y el Estado, a fin de restringir cada vez más la
jurisdicción eclesiástica. Un decreto real
ordenaba en 1836 que las Obras pías presentaran
cuentas a una comisión nombrada por el Rey,
investida de muchos derechos. Determinaba que
estas obras no eran eclesiásticas, sino laicales,
totalmente dependientes del poder civil. Una
ordenanza había prohibido a las
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