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nuestra ruina, como lo fue para varias órdenes
religiosas que tenían por misión principal la
educación de la juventud pobre y luego la
abandonaron para dedicarse a los nobles. - Sin
embargo, más tarde tuvo que aceptar el colegio de
Valsálice, ante las vivas instancias de la
Comisión directora, el mandato de monseñor
Gastaldi y para defender ((**It1.396**)) el
honor del clero turinés, sometiéndose, desde
luego, a dolorosos sacrificios, que sólo Dios
habrá sabido recompensar.
El continuo y concienzudo trabajo en Montaldo,
soportado durante las vacaciones, no permitió a
Juan repasar ni estudiar nada de lo que debía
preparar para los exámenes de Todos los Santos.
Sin embargo, al volver en noviembre al seminario
de Chieri, en los pocos días anteriores al examen
tomó los libros, cortó las hojas del tratado de
metafísica, sobre la cual debía versar el examen,
aunque no había sido explicado, se presentó al
tribunal y superó felizmente la prueba.
No puede tacharse de superficial este estudio
ni tampoco su resultado, dada la facilidad de Juan
Bosco para retener en la memoria los tratados, que
no se cansaba después de meditar en todas sus
partes, sus pruebas, consideraciones y objeciones.
Su mentalidad matemática era tan ordenada, que en
sus razonamientos procedía siempre por vía de
definiciones exactas, como las ofrecen los mejores
autores. Y de ello podemos dar amplio testimonio
los que durante varios años oímos sus pláticas
doctrinales en la iglesia; ya que, siempre, solía
empezar dando la definición de la verdad, del
vicio o de la virtud, tema de su plática, y pasaba
después a confirmarla ordenadamente con diversos
argumentos. De este modo quedaban indelebles las
verdades que él exponía.
Muchas veces hubimos de sorprendernos de la
prontitud de sus respuestas, después de los años
que había dejado los estudios de filosofía. Don
Ciattino, hombre de gran cultura, filósofo que se
jactaba de seguir a Rosmini, al huir en 1856 de
Venecia por motivos políticos, fue recomendado a
don Bosco y se hospedó en el Oratorio durante casi
un año. Un día, al terminar la comida, se abrió la
conversación sobre el origen de las ideas y otras
cuestiones filosóficas. Don Ciattino expuso su
opinión. De su proposición sacó don Bosco con toda
tranquilidad la primera ((**It1.397**))
consecuencia, y después con una serie de <>, lacónicos, precisos, irrefutables,
que no admitían réplica, concluyó así: -Entonces,
usted es panteísta? - Don Ciattino
balbuceó unas palabras, pero como no era posible
librarse de las razones aducidas por don Bosco y
le disgustaba quedar mal ante los comensales, se
enfadó y salió del refectorio dando un
(**Es1.321**))
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