((**Es1.312**)
entonces se propuso no tomar las cartas en sus
manos y lo cumplió con toda entereza.
No le parecía a don Bosco el juego de cartas un
entretenimiento propio de eclesiásticos, porque
apasiona, hace perder bastante tiempo, y no es
conveniente en ciertas circunstancias. Era ya
sacerdote cuando, estando en no sé que pueblo
predicando unos ejercicios espirituales, y
hospedado en casa del párroco, una noche, después
de cenar, algunos sacerdotes jóvenes le invitaron
a jugar a las cartas. Dijo él que no era muy
práctico en aquel juego. Se extrañaron ellos de
que no supiera jugar y añadieron que era un juego
tan sencillo, tan inocente, que debían aprenderlo
todos. -Cuando no tenga nada más que hacer,
replicó don Bosco, entonces jugaré a la baraja-.
Aquellos reverendos, por respeto a la persona de
don Bosco, metieron en la funda las cartas que ya
tenían en las manos y se entretuvieron en útiles
conversaciones. Entretanto don Bosco, con su
extraordinaria destreza, sin que nadie se diera
cuenta, sacó de la funda las cartas y se las metió
en el bolsillo. Poco después ((**It1.384**)) se
excusó para retirarse a su habitación, pues tenía
todavía algo que hacer; le dieron todos las buenas
noches, y se retiró. Algunos imitando su ejemplo,
se fueron también a su habitación. Quedáronse
solamente dos, que tenían más ganas de jugar: -Ya
estamos libres, se dijeron; ea, fuera la baraja y
vamos a echar al menos una partida-. Pero, abren
la funda, rebuscan, miran por el suelo y no
encuentran las cartas. -Dónde han ido a parar? -
decía uno. -íSi las pusimos aquí!, exclamaba el
otro. Como no las encontraban, también ellos se
fueron a sus habitaciones, aunque contrariados por
no haber podido echar su partida. Al pasar por el
corredor donde estaba la habitación de don Bosco,
hablaban en voz baja y se lamentaban de aquella
contrariedad. Cuando he aquí que uno de ellos se
acuerda de que tenía en su habitación otra baraja.
La mar de contento se lo comunica al compañero;
pero mientras iban a tomarla oyen tras sí a don
Bosco, el cual, medio en broma, los manda a dormir
inmediatamente, dándoles una muy provechosa
lección.
(**Es1.312**))
<Anterior: 1. 311><Siguiente: 1. 313>