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biografía de Comollo, parece, a primera vista, un
reproche indirecto contra sí mismo, que ya desde
niño solía asistir a esos juegos; pero, ponderando
las cosas con atención, no le afecta en lo más
mínimo. Su sencillez e inocencia de costumbres, su
recta conciencia y el santo fin con que acudía a
aquellas diversiones, justifican sobradamente
cuanto hizo en sus primeros años, sin daño alguno
para su alma y con gran provecho para las del
prójimo. Durante toda su vida tuvo por norma la
gran sentencia: Ama et fac quod vis. De aquí
provenía su modo franco de obrar, sin angustias de
espíritu y con la plena libertad de los hijos de
Dios. La caridad echa fuera el temor. Apenas
aprendió lo que creía necesario, dejó de asistir a
los espectáculos públicos; renunció a los juegos
acrobáticos que desdecían con el porte adecuado a
una persona que quiere consagrarse al Señor;
continuó todavía haciendo juegos de manos durante
varios años puesto que eran un medio oportunísimo
para ganarse la voluntad de los muchachos y motivo
de honesto recreo para los amigos. Más aún: eran
para él, pobre aldeanita, una escuela ((**It1.340**))
indispensable para prepararle a su misión,
procurándole desenvoltura, jovialidad, dominio de
las gentes, y la guarda de modales convenientes,
reservados,
impregnados de virtud. Un aspecto de asceta y
penitente hubiera sido rechazado por la sociedad
que entonces se formaba y en medio de la cual
tenía que vivir.
Resulta conmovedor el ver cómo don Bosco
guardaba religiosamente los consejos de su amigo,
y es una prueba más de su gran humildad. Afirma
haber aprendido de Luis Comollo a vivir como buen
cristiano; pero la verdad es, como nos lo asegura
don Giacomelli, compañero íntimo de ambos, que don
Bosco y Comollo se amonestaban recíprocamente para
corregirse de los propios defectos, se animaban
uno a otro a progresar en la perfección, se
estimulaban para emplear bien el tiempo y se
invitaban para acercarse con frecuencia y
regularidad a los Santos Sacramentos. Comollo
encontraba en Juan un compañero de especial
confianza para hablar de cosas espirituales.
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