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vestido a un niño pobre, a costa de sus ahorros.
Le gustaba mucho las funciones de iglesia y se
decidió por el ((**It1.335**)) estado
eclesiástico, diciendo: -Como los sacerdotes abren
el paraíso a los demás, espero que también lo
podré abrir para mí. -Había aprendido los primeros
rudimentos de la lengua latina con su tío el
párroco. Cursó el tercer año de gimnasio en
Caselle con el sacerdote Strumia. Luis Comollo era
el consuelo y la alegría de su casa. Y este era el
amigo que la divina Providencia había preparado
para Juan.
Del todo semejante a él en la virtud, aunque de
carácter diverso, Juan se sentía atraído hacia
aquel jovencito por un gran afecto, que no
disimuló a lo largo de su vida, y que fue por él
enteramente correspondido. Los modales recatados y
sencillos de Comollo, el no querer aprovecharse de
la confianza que se le daba, el no atreverse a
tratar con licencias, fueron para Juan motivo de
agradecimiento al Señor. <>.
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>>Viendo un día a aquel par de inocentes
maltratados, dije en alta voz: -íAy de los que se
burlen de éstos! - Muchos de los más altos y
descarados se juntaron en defensa común
amenazándome a mí, al mismo tiempo que sonaban dos
bofetadas en el rostro de Comollo. En aquel
instante me olvidé de mí mismo y echando mano, no
de la razón, sino de la fuerza bruta, al no
encontrar a mi alcance ni una silla ni un palo,
agarré por los hombros a un condiscípulo y me
serví de él como de un garrote para golpear a mis
enemigos. Cuatro cayeron tendidos por el suelo y
los otros huyeron gritando y pidiendo socorro.
Mas... íay!: en aquellos momentos entró en el aula
el profesor,
1 Eclesiástico, VI, 12.
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