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((**Es1.258**) partida, les ganaba y prometía devolverles la ganancia, si le acompañaban a la iglesia. No hay, pues, que extrañarse de que se ganara el corazón de tantos. El doctor Juan Marucco de Chieri atestigua: <>. El doctor Gribaudi, compañero suyo, contaba a los superiores del Oratorio: <((**It1.310**)) felices>>. Don Santiago Bosco añadió: <>. Verdaderamente es cierto que <> 1. Aquellos muchachos le querían tanto que las madres no encontraban mayor castigo, cuando alguno faltaba en casa a su deber, que privarle por algún tiempo de su compañía. Juan era el alma de todas las diversiones. El mismo dejó escrito: <(**Es1.258**))
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