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y lamentando la pérdida que experimentaría
Castelnuovo, trató de persuadirle durante la
comida a que renuciara a aquel plan, que no le
parecía bien pensado; y, según parece, le exhortó
a aconsejarse con don Cafasso. Era la mejor de las
propuestas. Aunque Juan no tenía todavía amistad
con el joven y santo sacerdote, estudiante de
moral en Turín, ((**It1.304**)) era
precisamente el único, a quien podía dirigirse con
seguridad. Se podría afirmar de don Cafasso: <>.1 Fue Savio
a visitar a don Cinzano, con quien tenía gran
confianza, para interesarlo en favor de Juan,
diciendo que ya era hora de ponerse todos de
acuerdo para ayudarle a terminar los estudios, y
que le ocasionaba gran pena verlo entrar en un
convento. El ecónomo, que conocía a juan por su
fama de virtuoso y aplicado, y a través de una
carta de recomendación que había recibido del
teólogo Arnaud de Chieri, le respondió que con
gusto pondría parte del importe, pero que,
entretanto, se dirigiera al caballero señor Juan
Pescarmona, alcalde a la sazón en Castelnuovo,
para que también él pusiera una buena parte. Con
esto se despidieron; Savio mandó a Juan a casa
diciéndole que volviese con su madre dentro de
tres o
cuatro días y que confiara en el Señor. Entretanto
se presentó él mismo al caballero Pescarmona,
señor muy generoso para Castelnuovo, fundador de
obras benéficas, como la del Asilo, la de seis
dotes anuales de trescientas liras cada una, para
seis muchachas pobres del pueblo, y de varias
otras instituciones, y le expuso la situación del
joven Bosco, instándole a que concurriera a cubrir
aquel gasto. El señor aceptó de buen grado la
petición y sugirió a Savio que hablara además con
el señor
Sartoris, muy benemérito de los pobres. Sartoris
también condescendió con gusto; y se llegó a la
conclusión de que el ecónomo don Antonio Cinzano,
el caballero Juan Pescarmona y el señor Sartoris
pagarían siete liras mensuales cada uno, hasta el
término de aquel año. Margarita Bosco se dirigió
con el hijo a Castelnuovo, recibió la grata
noticia conmovida hasta las lágrimas y con el más
vivo reconocimiento volvió a I Becchi dando
gracias a Dios. ((**It1.305**))
Tal es en resumen la relación que hizo Juan
Turco, hijo del difunto Domingo, al sacerdote
salesiano don Segundo Marchisio, afirmando que
todo ello se lo había oído contar a su suegro
Evasio Savio, fallecido el 14 de mayo de 1868. El
relato fue confirmado por su hermano José Turco.
1 Prov., XIV, 33.
(**Es1.253**))
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