((**Es1.249**)
dice: -Yo no he visto tu pan.-Otro: -Yo no lo he
cogido; ((**It1.298**)) hasta
que un tercero salta y dice:
-Pero qué buscas?, ísi te lo has comido tú
todo!; lo he visto yo con mis propios ojos,
asombrado de que pudieras meter en el estómago
tanta cantidad de pan. -Entonces Juan convencido
se echó a reír, ya que no se había dado cuenta
mientras comía, ni por otra parte sentía el peso
de aquel alimento en el estómago. Le tocó volverse
a casa con el magnífico almuerzo hecho.
Seguramente que varios días de abstinencia le
habían despertado un apetito semejante.
En efecto, se decía corrientemente entre los
compañeros que Bosco no se alimentaba lo bastante.
José Blanchard entre otros, le daba pan y fruta
muchas veces diciéndole: -Toma, Juanito, toma, que
te irá bien. -Su hermano Leandro se quejaba a la
madre de que José se llevaba de la mesa las
castañas más gordas para darlas a Bosco; pero la
buena mujer, que vendía fruta, tomaba muchas veces
del plato la manzana más hermosa y se la daba al
hijo diciéndole: -Llévasela a Juan; es muy bueno y
rezará por nosotros. -A veces Juan rogaba a su
joven amigo que no se molestara y se quedara con
aquellas golosinas; pero José insistía con tanto
afecto, que no había más remedio que aceptarlas.
-Pues bien, contaba el buen Blanchard en 1889, don
Bosco no se olvidó de mí, ni se avergonzó en
declarar lo poco que yo hice por él, cuando era
joven y se encontraba tan apurado. Yo ya le había
perdido de vista, y si me hubiera encontrado con
él, quizá no me hubiera atrevido a saludarle ni a
acercarme a él, teniendo. por seguro que no me
habría reconocido. íCómo me engañaba! Un día,
llevando yo en las manos un poco de comida y una
botella de vino, lo encontré en Chieri, a la
puerta de la casa Bertinetti donde se hospedaba,
en medio de muchos sacerdotes que habían acudido
para saludarle. Apenas me vio, dejó la ((**It1.299**))
compañía y corrió a saludarme: -Oh Blanchard, cómo
te va?
-Muy bien, caballero; respondí yo.
-Y por qué me llamas caballero? Por qué no me
tuteas? íYo soy el pobre don Bosco, sin títulos ni
cosas parecidas!
-Perdona... yo creía que a estas horas...
-Entretanto yo trataba de escabullirme, pues con
la vestimenta que llevaba y la comida en la mano
no me atrevía a tratar así tan a la buena con don
Bosco, que me parecía a mí era un gran personaje.
Pero don Bosco me dijo:
-No quieres ya nada con los curas?
-Oh sí, sigo estimándolos mucho, pero no me
atrevo a detenerme aquí con esta facha. -Entonces
don Bosco añadió: -Querido amigo, me acuerdo de
cuando yo era estudiante; cuántas veces me
(**Es1.249**))
<Anterior: 1. 248><Siguiente: 1. 250>