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junto a la catedral, a darle clase: alguna vez y
con el mismo fin era Palazzolo quien iba a visitar
al amigo; y Juan le enseñó con tanta paciencia y
habilidad, que en poco más de dos años no sólo le
elevó al grado que quería, sino que lo presentó a
los profesores del colegio para los exámenes, de
los que salió airoso.Quién no ve en este caso un
preludio de su futura institución de los <> para promover las vocaciones tardías de
jóvenes adultos al estado eclesiástico?
También aquí conoció Juan a Domingo Pogliano,
campanero de la catedral, cuyo aprecio, sin
saberlo, ya se lo había ganado por su fervorosa
devoción, por su apostolado catequístico con los
de su edad, y los honestos pasatiempos tan
necesarios para alejar del mal a la juventud.
((**It1.294**)) Este
buen hombre, considerando que la casa de Pianta no
era lugar muy a propósito para estudiar con
recogimiento, invitó a Juan a aprovechar la
tranquilidad de la suya, adonde fue en muchas
ocasiones. Afirmaba el campanero no haber conocido
nunca un joven tan discreto y virtuoso como Juan
Bosco. Los herederos de Pogliano conservan todavía
con veneración la mesita en la que Juan estudiaba.
Así nos lo contaba don Carlos Palazzolo en los
últimos años de su vida.
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