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del clero joven supo infundir en su corazón tal
respeto, amor y obediencia al Romano Pontífice y
exponer con tal claridad sus sagrados derechos en
las relaciones con los Estados, que formó una
nueva generación de levitas, despreciadores de los
sofismas galicanos e invictos mantenedores de la
supremacía y la infalibilidad del Papa.
Todas las diócesis del Piamonte experimentaron las
ventajas de aquella enseñanza de verdad, justicia
y caridad. Fue tanbién don Cafasso quien
perfeccionó la instrucción eclesiástica de nuestro
Juan, haciendo de él un esforzado defensor de la
Iglesia, dándole normas seguras para conocer en
detalle la extensión de los derechos divinos y
humanos de la misma, siendo como es el reino de
Dios sobre la tierra. Juan Bosco, en efecto, al
encontrarse con eclesiásticos de la antigua
escuela, nunca dejará, con su humilde dulzura, de
defender al Papa y a la Iglesia, y resultará
hermoso ver que al final de la disputa y después
de una pausa brevísima, concluirá sonriendo:
íMáximas de la universidad!
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