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Parecía que aquel año debiera pasar sin ninguna
pena para Juan; mas no fue así. Tuvo que lamentar
la pérdida de Pablo Braja, uno de sus más queridos
compañeros. Verdadero modelo de piedad, de
resignación y de fe, después de una larga y penosa
enfermedad y de haber recibido los santos
sacramentos, el diez de julio exhalaba su hermosa
alma el piadoso jovencito yendo a unirse con el
angelical San Luis, de quien demostró ser fiel
imitador toda su vida. Varios maestros y el
canónigo Clapié, su profesor, le visitaron
mientras estuvo enfermo. El colegio experimentó un
gran sentimiento: todos los compañeros asistieron
en formación a su entierro; y después, durante
bastante tiempo, hubo muchos que solían ir con
Juan en los días de vacación a recibir a Jesús
Sacramentado, rezar el oficio de la Virgen o la
tercera parte del rosario en sufragio del alma del
amigo difunto. Su muerte fue llorada por todos los
que le conocieron: parientes, amigos, maestros y
condiscípulos. Uno de los profesores esclamó al
oír la dolorosa noticia: -íNo he llorado nunca por
la muerte de una persona, pero la de este querido
muchacho me hace saltar las lágrimas! - Su propio
padre ((**It1.271**)) dejó
escritas estas palabras en los registros de
familia: <>.
Entretanto, el curso escolástico 1831-32 llegó
a su fin y Juan volvió a Castelnuovo. Sus amigos
de Morialdo, a los que nunca había olvidado,
manteniendo relaciones con ellos y haciéndoles de
vez en cuando una visita los jueves, al enterarse
de que volvía al pueblo para las vacaciones
otoñales, salieron a su encuentro antes de llegar
al pueblo y le acompañaron triunfalmente a la casa
materna. La escena se repitió cada año con una
alegría singular. Entre estos muchachos se
organizó también la Sociedad de la Alegría: eran
admitidos en ella los que se habían distinguido
durante el año por su buena conducta, y eran dados
de baja los que, por el contrario, se habían
portado mal, sobre todo blasfemando o tenido malas
conversaciones.
Juan, una vez en su casa, sentía necesidad de
completar los estudios, que no habían quedado tan
completos como él deseaba. No le gustaban las
cosas a medias; no se conformaba con un simple
aprobado, sino que aspiraba a un sólido provecho,
y quería saber la razón de todo. Cualquier otro
hubiera considerado un verdadero triunfo haber
hecho tres cursos en un año; en cambio, él pensaba
si no habría corrido demasiado. Al leer los
documentos, no sé yo aclarar la
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