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((**Es1.217**) su lado, durante treinta y cuarenta años, no vieron en él la menor señal para sospechar que quisiera ganarse la estimación de los suyos, haciendo creer que era un privilegiado en dones sobrenaturales. Don Bosco era humilde y la humildad aborrece la mentira. Sus narraciones tenían siempre y únicamente por fin la gloria de Dios y la salvación de las almas, y revestían una sencillez que atraía los corazones. ((**It1.256**)) Jamás le oímos extravagancias, que indicaran una fantasía desordenada, o dieran a entender amor de novedades al exponer escenas relacionadas con verdades católicas. Don Bosco, hablando de estos sueños, nos dijo muchas veces: -Llamadlos sueños, llamadlos parábolas, dadles el nombre que más os guste, yo estoy seguro de que, al narrarlos, harán siempre algún bien. (**Es1.217**))
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