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((**Es1.212**) se albergaban en estrechas buhardillas, solos o con algún compañero. La pensión o el alquiler se pagaba en especie, con trigo o legumbres, con uno o dos cántaros de vino, o también prestando algunos servicios concertados de antemano. El patrón suministraba la comida o solamente una sopa, o bien los mismos padres mandaban el pan necesario para la semana. Con frecuencia los jóvenes salían del pueblo con algún saco de harina, de maíz, de patatas, de castañas, que debían ser su alimento para todo el año. Por mucho frío que hiciese en los inviernos más rigurosos, no se hablaba de calefacción, ya que la leña era muy cara. Lo que faltaba, debían procurárselo los pobres estudiantes como podían, bien escribiendo cartas, bien repasando la lección a algún compañero, bien trabajando durante alguna hora al día en cosas distintas de los estudios. En efecto, Juan, para aliviar a su madre de un gasto demasiado gravoso, empleaba gran parte del día en trabajos poco favorables a sus estudios. Por eso le tocaba estudiar durante la noche y someterse a un género de vida que él llamó ((**It1.249**)) disipada, pero que, considerada en razón de sus efectos, más bien debe llamarse providencial. El día siguiente a la Conmemoración de los Difuntos del año 1831, entregaba Margarita a Juan dos heminas de trigo y media de maíz, para empezar a pagar la pensión: -Es todo lo que puedo darte, le dijo; íla Providencia pensará en lo que falta! -Juan Becchis, deseoso de dar al querido amigo una prueba de su afecto y no teniendo nada para regalarle, se presentó con su carro y le llevó de balde a Chieri el baúl de ropa y los sacos de trigo y maíz. Al día siguiente, Margarita cargó a los hombros de Juan un pequeño saco de harina y otro de maíz y fue con él a venderlos en el mercado de Castelnuovo para sacar dinero con que comprar papel, libros y plumas, mientras el hermano José les auguraba vuen éxito. En Castelnuovo se encontraron con Juan Filippello, de la misma edad que Bosco. Margarita, que tenía que agenciar algunos asuntos en el pueblo, rogó a Filippello que acompañara a su hijo hasta Chieri, adonde ella no tardaría en llegar. Filippello aceptó y, después de recibir de Margarita unos céntimos, se puso en viaje con Juan. Tras dos horas de camino, al llegar a Arignano, se sentaron a descansar un poco. Bosco le había hablado al compañero de los estudios ya hechos, de las hermosas cosas que había aprendido asistiendo a los sermones, a las pláticas y al catecismo; le proponía obras de caridad a realizar y le narraba hechos edificantes con oportunas reflexiones. A cierto punto, Filippello le interrumpió diciendo: -Vas a estudiar en un colegio y ya sabes tanto? íPronto llegarás a párroco! -Bosco, (**Es1.212**))
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