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dirigiéndose al Señor: <>. 1
Pero el estudio y el canto no bastaron para
agotar la actividad e Juan, que, deseando ocupar
el recreo en algo útil, emprendió el aprendizaje
del oficio de sastre. En poquísimo tiempo fue
capaz de pegar botones, hacer dobladillos,
costuras sencillas y dobles; después aprendió a
cortar calzoncillos, corpiños, pantalones y
chalecos, de manera que más tarde decía bromeando
a sus amigos del Oratorio: - Me parecía haber
llegado a ser todo un maestro sastre. - Lo que
empezó por recreo, tuvo que continuarlo aquel año
por necesidad, para mantenerse ayudando a su
patrón en el oficio; la partición de bienes de
familia y las exigencias de Antonio impedían a la
madre proveerle de los medios necesarios para
pagar el pupilaje. Este oficio, por otra parte, le
sirvió muchísimo, más tarde, cuando, fundado el
Oratorio, tuvo que ejercerlo en beneficio de sus
jovencitos. El patrón, al ver cómo progresaba en
el oficio, ((**It1.234**)) le hizo
proposiciones muy ventajosas, para que se quedase
definitivamente a trabajar con él. Pero eran muy
diversas las intenciones de Juan: lo que el quería
era adelantar en los estudios; y, si se ocupaba de
otras cosas, era únicamente para evitar el ocio y
reunir los medios con que conseguir su designio.
Entre esa variedad de cosas estuvo también el
oficio de herrero, en el cual se ejercitó, cuando
ya la clase no le servía para adelantar. Frecuentó
el taller de un tal Evasio Savio, excelente
cristiano, y allí
aprendió a trabajar en la fragua, con el martillo
y la lima. Fino observador como era, no se le
escapaba ningún detalle de los procedimientos de
aquel taller y más tarde en otros, y con sus
atinadas y frecuentes preguntas llegó a alcanzar
conocimiento del nuevo oficio en que se había
metido.
Al llegar aquí, me preguntó: Quién puso en el
corazón de un muchacho campesino una inclinación
tan manifiesta para varios oficios? Quién le
colocó tan suavemente en circunstancias tales que
resulten para él una necesidad? No cabe duda de
que era el mismo que, destinándolo a ser cabeza de
los oratorios festivos y de las colonias
agrícolas, lo quería también fundador de escuelas
para jóvenes artesanos. Y por eso va acumulando en
él tales conocimientos, para que el hijo del
pueblo, el huérfano trabajador del campo y el
pequeño artesano, encuentren en él un hombre de su
propia condición social, conocedor profundo de sus
necesidades, de sus aspiraciones,
//1 Salmo LXX, 23.//(**Es1.200**))
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