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haría que me quisieran, les diría una buena
palabra, les daría buenos
consejos y me entregaría por completo a procurar
su eterna salvación. íQué feliz sería yo, si
pudiera entretenerme un ratito con mi párroco!
Tuve este consuelo ((**It1.228**)) con don
Calosso: por qué no puedo tenerlo con otros? -
Sobre todo, desahogaba estos pensamientos con su
madre; y Margarita, que conocía el corazón de su
hijo y era mujer capaz de apreciar tales
sentimientos: -Qué le vamos a hacer?, le decía.
íSon hombres de mucha ciencia, del todo ocupados
en pensamientos serios y no saben adaptarse a
hablar con un muchacho como tú!
- Pero qué les costaría decirme una buena
palabra, detenerse un momento conmigo?
- Y qué querrías que te dijeran?
- Algún buen pensamiento para el bien de mi
alma.
- Ya tienen bastante que hacer en el
confesonario, en el púlpito,
en las demás ocupaciones parroquiales...
- Y nosotros los pequeños, no somos también sus
ovejitas?
- Sí, es verdad; pero íno tienen tiempo que
perder!
- Y Jesús, perdía el tiempo cuando se
entretenía con los niños?,
cuando reñía a los apóstoles que querían
apartarlos y les decía que
los dejaran estar a su lado, porque de ellos es el
reino de los cielos?
- No, no lo niego, y hasta te doy la razón;
pero qué le vamos a
hacer?
- Ya lo verá: si llego a ser sacerdote, quiero
consagrar toda mi vida a los niños; nunca me verán
serio, serio; seré yo el primero en hablar con
ellos.
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