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((**Es1.191**) compañeros de clase, a causa de su estatura extraordinaria en medio de ((**It1.222**)) tanto chiquito, lo motejaban con un apodo burlón. Pero las burlas cesaron en seguida, gracias a su mansedumbre, gracias también a que empezó con sus entretenimientos en los días festivos. <>. 1 Entretanto, encontró más comodidad que en Morialdo para alimentar su corazón con las prácticas de piedad. En aquellos tiempos las escuelas municipales tenían un carácter eminentemente católico, de acuerdo con las ordenanzas promulgadas por el rey Carlos Félix con las reales disposiciones del 23 de julio de 1822. La escuela no podía ser mixta de ningún modo. En todas presidía el Crucifijo. Se empezaban las clases por la mañana con las oraciones y se terminaban con el Agimus tibi gratias; por la tarde se empezaba con el Actiones nostras y se concluía con las oraciones de la noche. La primera media hora de clase estaba destinada a la enseñanza del catecismo, y a ello debía dedicarse toda la tarde del sábado, para acabar con las letanías de la Santísima Virgen. Los maestros debían entenderse con el párroco a fin de que los niños tuvieran comodidad para asisitir a la misa antes de las clases y para confesarse una vez al mes. Los días de fiesta se obligaba a los alumnos a asistir al catecismo y a las funciones de la iglesia parroquial. íCon la práctica de la piedad se adquiere la ciencia! La clase de latín, recientemente establecida, era única y por tanto se reunían en ella todos los muchachos de las varias clases del gimnasio bajo la dirección de un solo profesor, don Manuel Virano de Castelnuovo ((**It1.223**)) de Asti, el mismo que había bendecido el hábito clerical de Cafasso. Era éste muy docto, estaba dotado de una rara habilidad para enseñar, y poseía gran ascendiente sobre los alumnos: sabía distribuir tan bien el tiempo y ordenar las lecciones para unos y para otros, que todo el que tenía buena voluntad podía sacar mucho provecho. Los progresos de Juan eran tan manifiestos que llamaban la atención del maestro. Un día le dieron como tema de redacción en italiano el hecho de Eleazar, cuando prefirió morir a escandalizar comiendo carne de cerdo. Juan desarrolló tan acertadamente el tema, que nadie podía creer lo hubiera hecho él. Pasó la redacción por manos de los distintos profesores y todos quedaron maravillados. Finalmente fue presentada a don Moglia, el cual, después de examinarla cuidadosamente, acabó diciendo que ni las personas más viejas e instruidas de aquellos contornos eran capaces de //1 Eclesiástico, VI, 5.// (**Es1.191**))
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