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CAPITULO XVIII
MARGARITA ESCUELA DE CARIDAD CON LOS POBRES, LOS
BANDIDOS, LOS CAMINANTES, LOS ENFERMOS -LA DIVINA
PROVIDENCIA SOCORRE A MARGARITA EN SU
POBREZA -SANTA INTENCION CON QUE HOSPEDA A LOS
NECESITADOS
JUAN, formado en la escuela de su buena madre,
podía muy bien repetir las palabras de Job:
<>. 1 En efecto,
fue máxima constante de Margarita hacer siempre el
bien a quien pudiera y guardarse de hacer mal a
nadie, ni siquiera con una palabra poco respetuosa
o poco amable. Su espíritu se conservaba siempre
tranquilo y nunca alimentó resentimiento
contra nadie. Jamás se encontró en la necesidad de
perdonar, porque
nunca se consideró ofendida. Y, sin embargo, era
de carácter sensibilísimo; pero su sensibilidad
había llegado a convertirse en caridad hasta tal
punto que, con toda razón, Margarita podía ser
llamada
madre de todos los que se encontraban en
necesidad.
Jamás rechazó a nadie y nunca negó a otros
cuanto le pedían, como si poseyera riquezas
inagotables. Los vecinos acudían a ella unas veces
((**It1.150**)) en
busca de lumbre, otras por agua, otras por leña. A
los enfermos que necesitaban vino, se lo daba
generosamente, sin aceptar retribución alguna.
Prestaba aceite, pan, harina de trigo, harina de
maíz, siempre que se lo pedían y sin dar nunca
señales de que le molestara la importunidad.
Algunas veces, quien le había pedido prestado pan,
si se veía en apuros, iba a ella con timidez y le
decía: -Margarita, tendría necesidad de pan,
aunque todavía tengo que devolverle el que me dio
la semana pasada. -No piense ya en el pan de la
semana pasada; le prohíbo que me hable de él;
piense solamente en devolmerme el que le doy
ahora. -Y así lo quería con toda sinceridad.
//1 Job, XXXI, 18.//
(**Es1.137**))
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