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por un sendero firme. El juego duró hasta que se
hizo de noche y todos se dispersaron para regresar
a sus casas.
De este modo empezaba el jovencito Bosco los
primeros ensayos de su misión con los medios que
la divina Providencia le había proporcionado. Y
aquel Dios que, según la expresión del libro de
los Proverbios, juega de continuo en el universo
con su omnipotencia creadora y conservadora, y
encuentra sus delicias en estar con los hijos de
los hombres, empezaba ya en cierto modo a
presentar al mundo el instrumento del que quería
servirse para su gloria: <>.1
//1 1.¦ Corintios, I, 27-29.31.//
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