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cara burlona aparecía y desaparecía y se reía con
los demás o despreciaba al pequeño artista. - íQué
tonto eres, le decía alguna vez,
hacer que todos se burlen de ti de esa manera! -
Pero los espectadores
no le hacían caso y reventaban de risa con los
juegos, las ocurrencias
y las bromas de Juan y le aplaudían. A veces,
cuando todos estaban atentos y con la boca
abierta, esperando algún nuevo juego de prestigio,
Juan suspendía de repente los juegos y les hacía
cantar las letanías o rezar el rosario, si antes
no lo había hecho. Les decía: - Todavía quedan
muchas cosas interesantes por ver, pero, antes de
terminar, quiero que recemos todos juntos una
oración. - Escogía este tiempo en medio de la
diversión, poque si hubiera esperado a pedírselo
al final, todos se habrían marchado. ((**It1.141**))
Después de varias horas de entretenimiento, ya
al anochecer, cuando el pequeño saltimbanqui se
encontraba cansado, cesaba todo pasatiempo, se
hacía una oración cortita y cada cual marchaba a
su casa. Quedaban fuera de estas reuniones los que
hubieran blasfemado, hablado mal o no quisieran
tomar parte en las prácticas religiosas.
Alguno de nuestros lectores se preguntará: -De
dónde sacaba el dinero para ir a las ferias y
mercados y ver allí a los charlatanes, como se ha
dicho en uno de los capítulos anteriores, y para
proveerse de los enseres necesarios para estas
diversiones? - Solía hacerlo de mil diversos
modos. Las moneditas que su madre u otros
parientes le daban para divertirse o para
golosinas, las propinas, los regalos, todo lo
guardaba para ese fin. Tenía, además, una gran
pericia para cazar pájaros con la trampa, la
jaula, la liga y los lazos; y sabía mucho de
nidos. Cuando había recogido unos cuantos,
encontraba la manera de venderlos
convenientemente. Además, hacía sombreros de paja
y los vendía a los campesinos en los mercados;
fabricaba jaulas de caña para cazar pájaros por
medio de reclamos bien amaestrados. Las setas, las
hiebas colorantes y el brezo constituían para él
otra fuente de ingresos. Había aprendido también,
y era sumamente hábil el ello, a hilar estopa,
algodón, lino, florones de capullos de seda, hasta
el punto de dar klecciones en este arte a los
vecinos que acudían a él. También lograba con
éxito hacer la calceta; por eso, ya en el
Oratorio, él mismo componía a lo mejor los
calcetines rotos. Hasta la
caza de culebras le servía de fuente de ganancias.
Cuando descubría
alguna en un campo, se acercaba, corría tras ella
y le asestaba un golpe con una piedra lanzada con
tino; mas, si el reptil huía y lograba meter la
cabeza por alguna hendidura ((**It1.142**)) entre
los escombros o debajo de alguna raíz, entonces
Juan lo agarraba por la cola, lo mantenía
(**Es1.130**))
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