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CAPITULO XVII
ENTRETENIMIENTOS DE JUAN CON LOS NIÑOS -LOS
RELATOS -LAS NOCHES DE IN VIERNO -EL PEQUEÑO
SALTIMBANQUI Y SU PRIMER ORATORIO FESTIVO -CON EL
CANTO, LOS JUEGOS Y LOS EJERCICIOS ACROBATICOS
EVITA LA OFENSA DE DIOS
CON motivo de ir a los mercados con su madre,
había tenido Juan ocasión de conocer a diversos
jovencitos de las distintas aldeas; muchos otros
entablaron amistad con él, cuando empezó a asistir
al catecismo en la parroquia. Una especie de imán
misterioso atraía hacia él a todos los muchachos
de aquellos contornos. Muy pequeño aún, había
comenzado, casi sin darse cuenta, a estudiar el
carácter de cada uno de sus compañeros y
ordinariamente descubría los propósitos que tenía
en el corazón con sólo mirar a uno a la cara. Ya
mayorcito, se fue haciendo cada vez más perspicaz,
con la reflexión y las experiencias. Y así, con
infantil ingenuidad, sabía prever una pregunta,
dar lo que aún no se le había pedido, reprender
oportunamente por una falta no advertida por
otros,
aprobar una determinación tomada y todavía no
manifestada. Por esto, los de su edad le querían y
respetaban mucho. Era otro don que le había
otorgado el Señor: <((**It1.137**)) en el
agua, el rostro (corresponde) al rostro, así el
corazón del hombre al hombre >> 1.
Por su parte, Juan estaba siempre dispuesto a
hacer el bien a quien podía y no hacer daño a
nadie. Los compañeros deseaban su amistad, para
que, en caso de pelea, les defendiera; porque,
aunque era pequeño de estatura, tenía fuerza y
coraje para hacerse respetar por los mayores que
él. De tal forma que, si había peleas, disputas,
riñas de cualquier género, los contendientes
llamaban a Juan como árbitro y todos aceptaban de
buen grado la sentencia que él dictaba. Hasta los
que ya tenían quince o dieciséis años acudían a él
en sus dudas, pidiéndole consejo y preguntándole
su parecer. Bastaba se dijera
//1 Prov., XXVII, 19.//
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