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((**Es1.112**) por su misma declaración, que para mantener este generoso propósito tuvo que hacerse no poca violencia, aún más tarde, en medio de los buenos muchachos que acogía en el Oratorio. De todo esto, como reprochándose a sí mismo, escribió una memoria, de la que hablaremos pronto, para instruir a sus hijos salesianos, con el fin de que no se engañaran contrayendo amistades que, iniciadas por motivos espirituales, pueden tal vez ser lazos fatales para las almas incautas. De las palabras de don Bosco se desprende un rayo de luz hermosísima, que ilumina toda su juventud y revela un mundo de virtudes escondidas a los ojos de los hombres. Un corazón capaz de desprenderse de los afectos terrenos, en los años de mayor fogosidad, para darse totalmente a Dios y que persevera en su decisión, no es creíble que haya sido contaminado por la culpa. De él se puede afirmar lo que se dice en el Eclesiástico: <> 1. // 1 Eclesiástico, LI, 19-20 // (**Es1.112**))
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