((**Es1.106**)
de Dios. íCuántos incautos hacen en este mundo una
figura mucho más ridícula que la de ese pobre
hombre que has visto en el carro del
charlatán!
Y por nuestra parte, qué decir del proceder y
de los ejercicios de
Juan? Ciertamente es ésta una página extraña en la
vida de un siervo de Dios, y no se ((**It1.111**))
encontrarán muchas semejantes en las biografías de
otros santos. Pero el espíritu del Señor sopla
allí donde quiere y como quiere. Divertir a los
muchachos para atraerlos a los oratorios festivos
iba a ser una necesidad en los tiempos que se
avecinaban, y el Señor había puesto en Juan la
inclinación necesaria para hacer fácil lo que para
otros sería una cruz insoportable. Qué otra cosa
mejor podía encontrar un pobre campesino, aislado
en un caserío, sin que nadie le aconsejara o le
ayudara? Además, su intención era santa.
<> 1.
Otro gran pensamiento se asomaba además a la mente
de Juan, y que más tarde le haría hablar con gusto
de las gestas de los charlatanes. Si todos los
sacerdotes, si todos los cristianos tuvieran la
desenvoltura que los charlatanes tienen para
contar sus historias y vender sus polvos, a la
hora de promover el honor de Dios con el ejemplo y
la palabra, cuando hay que defender la causa del
huérfano y del abandonado, cuando conviene imponer
el silencio a los que con sus escandalosas
conversaciones atentan contra la fe y las buenas
costumbres, ícuánto bien se seguiría de ello!. Los
charlatanes no tienen respeto humano, se presentan
en público con libertad, sin miedo, y se atraen a
la gente para
lograr sus intereses. Si el valor inspirado en la
caridad, unido a la prudencia cristiana, pusiera
en práctica por doquiera y siempre el praedicate
super tecta (predicadlo desde los terrados) del
divino Salvador, ícuánto ganarían los intereses de
Dios en la salvación de las almas!
//1 Rom.,VIII, 28.//
(**Es1.106**))
<Anterior: 1. 105><Siguiente: 1. 107>