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civil vigilaba con bastante cuidado para proteger
la moralidad pública y prestaba mano fuerte a los
párrocos, cuando había algún desorden que
corregir. Por otra parte, Juan no iba solo, sino
acompañado de su madre o de personas de confianza
a quienes la madre le encomendaba.
De esta manera comenzó Juan a ir a las ferias
que tenían lugar dos veces al año en Castelnuovo,
y se presentaba muchas veces en los mercados, con
el objeto de observar a charlatanes y
saltimbanquis. Apenas se ebteraba de que había
llegado a alguna aldea un volatinero que andaba
sobre la cuerda o hacía juegos dificiles, acudía
allí en seguida. El no iba a divertirse: iba a
aprender. Iba con el propósito de observar
atentamente hasta el más pequeño movimiento. A
veces tenía que pagar diez céntimos para poderles
ver trabajar desde más cerca. Se fijaba muy mucho
para descubrir el menor ademán o gesto, hacer
suyas las artimañas y copiar su habilidad. De
vuelta en casa, se industriaba y se ejrcitaba
repitiendo aquellos juegos, hasta que aprendía a
hacerlos de la misma manera. Nadie puede imaginar
los golpes, los tumbos, las caídas, las
volteretas, que le sucedían a cada momento, en
este ejercicio. Pero no le importaban; empezaba
dando un salto y hasta dos, pero al tercero se
daba un batacazo contra el suelo y se quedaba sin
aliento. Se levantaba, descansaba un poco y volvía
a sus ensayos. Se disponía a caminar sobre la
cuerda; la colocaba a cierta altura, se subía a
ella con un tosco balancín, fabricado por él e
intentaba un paseo aéreo. Alguna vez cayó
por tierra con peligro de haberse podido matar;
pero, por fortuna, nunca se produjo daños graves,
ni perdió su ánimo. Con tal constancia quién no lo
creería?, a los once años era capaz de toda suerte
de saltos y juegos. Sabía hacer juegos de manos,
dar el salto mortal, hacer la golondrina 1,
caminar con las manos, saltar y andar sobre la
cuerda como un saltabancos profesional. También
había aprendido otros muchos juegos de prestigio
que causan maravilla a quienes no conocen sus
trucos. Y además, él, que no se daba por
satisfecho mientras no lograba la completa
explicación de todo lo que sucedía ante sus ojos,
había ido observando con insistencia todos los
pasos
//1 El juego de la golondrina es un ejercicio
atlético difícil. Se clava en el suelo
verticalmente una pértiga; el gimnasta la toma
fuertemente con la mano izquierda a la altura del
pecho, mientras con la derecha la agarra unos
treinta centímetros más abajo, poniendo el codo
sobre la cadera, teniendo así un punto de apoyo
para las piernas, que se echan hacia afuera
recogidas o separadas(cola de la golondrina) y en
ángulo recto con la pértiga. El cuerpo permanece
extendido rígidamente en perfecta línea
horizontal. Entonces el gimnasta, separando los
pies,
imprime al cuerpo un impulso que le permite dar
dos o tres vueltas alrededor del palo.(N. del
T.)//
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